El bestiario de las bestias
[Alboroto en el interior.]
- Mouchos, coruxas, sapos e bruxas; demos, trasnos e diaños.
- No. Eso es para las queimadas.
- Pero es un conjuro para ahuyentar a las brujas y los malos espíritus. ¡Algo hará!
- No, no sirve. Además, necesitaríamos algún aguardiente de alta graduación. Y ya no queda en el bar.
- ¿Quién se lo ha bebido todo? ¿Algún diputado?
- No. Es que no tenemos aguardiente. Después del 81, del Golpe, del intento, del tejerazo, bueno, ya sabes. El caso es que es que se quitó del bar.
- ¿Y eso?
- Durante el tejerazo, algunos diputados se escondieron en el bar. Les temblaba tanto las piernas que fueron incapaces de saltar por la ventana y claro, tuvieron que esconderse detrás de la barra. Un escondite no muy bueno. Los civiles pronto llegaron y, tomándoles por los peores bármanes del mundo, se pusieron a beber todos juntos.
- Al menos no les dieron el paseíllo.
- Peor. Después de tres copas orujo, algunas de sus señorías se envalentonaron tanto que fueron los civiles quienes acabaron huyendo por la ventana.
- Naturalmente, superado el tejerazo, la Presidencia de la Cámara retiró el aguardiente del bar.
- ¿No querían emborrachar a más golpistas?
- Consideró que el alcohol confería a sus señorías… cómo decirlo... cierta valentía. Mejor mansos y cobardes que todo el día protestando como ahora.
- Entonces, ¿qué hacemos?
- Podríamos probar con la música.
- ¿Cómo el Flautista de Hamelín?
- Yo pensaba más en aquellos viejos familiares, los del circo.
- ¿Qué familiares?
- Haz memoria. ¿No recuerdas aquel domador que se metía en la jaula de los leones con la única ayuda de un gramófono en el que sonaban los Douze Études d'exécution transcendante de Liszt? Para demostrar su pericia y capacidad de doma, introducía la cabeza en la boca de los leones ante el asombro del público.
- Impresionantes. ¡Qué éxito!
- Bueno… en una de sus representaciones, un chico nuevo que acababa de incorporase equivocó el disco y cuando el buen domador se encontraba en medio de la jaula, accionó el gramófono. Con toda sorpresa, empezó a sonar la Marcha Militar de Schubert.
- ¡Qué desastre!
- En realidad fue peor de lo previsible. Piensa que era la música que usaban para la salida de los payasos.
- ¡Qué imagen!
- Quizás deberíamos probar con algo más radical.
- ¿Una escopeta?
- ¿Con sus señorías? Sería de lo más inconstitucional.
- Sí, ciertamente tengo muy mala puntería.
- Debe existir algún otro modo.
- No es la primera vez que se comportan así.
- ¿De manera tan anárquica, desordenada y maleducada? No lo recuerdo.
- Podríamos probar, como en aquella ocasión, el mismo remedio que emplearon durante la Restauración. Tiempos convulsos en los que usaron otro tipo de estrategia.
- ¿Cuál?
- El Rituale Romanum.
- ¿Había posesiones en el hemiciclo?
- Las crónicas son confusas y poco claras. Al parecer, algunas de sus señorías empezaron a emplear extrañas lenguas para comunicarse.
- ¿Lenguas muertas? ¿Lenguas extranjeras?
- Más bien de la periferia, como euskaldún y del norte del Delta del Ebro.
- Entiendo.
- El caso es que andaba por allí el confesor de su majestad, quien, al ver la situación, decidió, sin previo aviso, empezar con su letanía: Regna terrae, cantate Deo, psallite Domino, Tribute virtutem Deo. Exorcizamus te omnis immundus spiritus.
- ¡Qué Dios nos pille confesados!
- Poco más se sabía el confesor. Poco más pudo recitar. Aullidos, gritos, pataletas, algún insulto en arameo y varios zapatos voladores.
- Tremendo.
- A su majestad se le erizó hasta el bigote al ver y escuchar aquello.
- Pobre don Alfonso XII, con lo atusado que llevaba siempre el bigote.
- No, a don Alfonso XII no. Fue a su madre doña Isabel II a quien se le erizó el bigote.
- ¡Qué imagen!
- Otro intento infructuoso.
- Pues algo tendremos que hacer para calmar a sus señorías. Algo que los apacigüe.
- Benavides, creo que tengo una idea.
- ¿Una que no conduzca a una larguísima anécdota?
- Una que nos lleva a preguntar a Google, que para algo todo lo sabe.
- Y lo que no sabe, mi querido Malospelos, se lo inventa.
- Mientras no nos sugiera montar una coreografía con sus señorías para un vídeo de TikTok, me vale.
- Probemos.
- Mirabilia Viate Civilis… un bestiario político del célebre Flegón de Cirene.
- ¡Valiente ficción!
- Somos dos leones parlantes… si te parece poca ficción esta.
- Aun así. Parece muy rebuscado.
- ¡Qué va! Está disponible en Amazon. A un solo click.
- Vaya cuña publicitaria. ¿Y qué cuenta el Mírate bien el…?
- ¡Mirabilia Viate Civilis!
- Lo que tú digas. ¿Qué cuenta?
- ¡Todo lo que necesitamos saber!
Losada Maestre, R., & Sánchez Medero, R. (2020). Mirabilia Viate Civilis (Bestiario político). Barcelona: Beers&Politics. Disponible en Amazon.
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