¿Pétain? No sé quién ese señor por el que me pregunta.
El 25 de agosto de 1944, tras la rendición de Dietrich von Choltitz, el último gobernador militar del París ocupado por los nazis, De Gaulle, desde el balcón del Ayuntamiento, proclamó: «¡París ultrajada! ¡París destrozada! ¡París martirizada! Pero París ha sido liberada, liberada por ella misma, liberada por su pueblo, con la colaboración de los ejércitos de Francia, con el apoyo y la colaboración de toda Francia, de una Francia que lucha, de la única Francia, de la verdadera Francia, de la Francia eterna». Se consolidaba un mito que había nacido cuatro años antes, la Resistencia.
Una de las más famosas intervenciones del general De Gaulle, aunque en su primera emisión no tuvo demasiada repercusión, se produjo en Londres, a través de los micrófonos de la BBC. El Llamamiento del 18 de junio (1940) fue una apelación al pueblo francés a la resistencia tras la invasión nazi y la petición del armisticio de general Pétain. Una proclamación que, en realidad, resultaba más útil para el general De Gaulle, al situarlo como el líder de la Francia Libre, que como inicio del fin de la ocupación. A pesar de ello, fue la puesta de larga de una idea, la de la Francia resistente: «Pase lo que pase, la llama de la Resistencia Francesa no debe apagarse y no se apagará».
En realidad, la Resistencia no nació como una entidad organizada ni como una milicia o guerrilla. Ni empezó la reconquista el día después de la invasión. De hecho, lo que más sorprendió, tal y como contó Chaves Nogales en «La agonía de Francia», fue la rapidez con la que cayó en manos de los nazis. Algo que no solían olvidar Roosevelt ni Eisenhower. Especialmente el presidente de EEUU, quien se fiaba poco de De Gaulle.
Formada por una amalgama de comunistas, judíos, republicanos españoles exiliados y otros expatriados, etc., fue la llamada al Servicio de Trabajo Obligatorio a los jóvenes francés, debían ir a trabajar a los campos y fábricas de Alemania, el detonante de la creación de la Resistencia. Rechazada por la mayoría, muchos de estos jóvenes huyeron al campo. Además de esconderse y buscarse la vida, protagonizaban pequeñas escaramuzas contra los soldados nazis y los colaboracionistas. Aún con una organización muy informal, empezaron a ser conocidos como los maquisards (maquis, cubierto de matorrales - corrección vía comentarios).
Más significativa, ya en el 1942, fue la creación L’Organisation de Résistance de l’Armée (ORA). Un grupo organizado, entrenado y financiado por los británicos al que se fueron uniendo grupos de maquisards de toda Francia (aunque el origen se sitúa en las colonias francesas del Norte de África). Un año más tarde, en Londres, De Gaulle unificó todos los grupos bajo el mandato del Consejo Nacional de la Resistencia y situó a Jean Moulin al frente. Aproximadamente, la Resistencia la formaban unos 100000 maquisards que se dedicaban a recoger información, actos de sabotaje, ayudar a huir a disidentes, etc.* Una red que debía dar sustento a la idea de la Francia resistente.
De Gaulle era consciente de la existencia de una Francia colaboracionista. Sin entrar en las deportaciones de judíos, o en la larga lista de traidores oficiales, como Louis-Ferdinand Céline, el general francés era consciente de que una gran parte de Francia, sin apoyar el régimen de Vichy, vivió plácidamente la ocupación. Desde los rebosantes cabarets, hasta, como cuenta el historiador Alan Riding en «Y siguió la fiesta. La vida cultural en el París ocupado por los nazis», u otros muchos como Julian Jackson o Istvan Deak, las frecuentes visitas de los oficiales nazis al estudio de Picasso (aunque estaba clasificado como arte degenerado), o el modo en el que un joven Sartre ocupó en la universidad la plaza de un profesor judío que había sido deportado. Un extraño equilibrio entre el colaboracionismo y la autoconservación que podía resultar muy endeble ante los ojos de cualquier revisionista.
La creación, extensión y consagración del mito de la Resistencia sirvió para dos cosas. En primer lugar, la Francia resistente situó al país galo, incluso derrotado y ocupado, como uno de los contendientes y, por tanto, como uno de los vencedores. Una maniobra política que le permitió gozar de los privilegios de las potencias aliadas vencedoras. En segundo lugar, y mucho más interesante desde el punto de vista de la propaganda, homogeneizo a todos los ciudadanos franceses. Aprobó una especie de ley del punto final con la que reinventó la historia de Francia. Vichy nunca sucedió. Francia resistió ante el enemigo extranjero que nunca les derrotó. La liberación había llegado de la mano de los propios franceses. Solo cabía la celebración el Día de la Victoria.
Aunque hubo juicios, se persiguió a los responsables políticos y militares de Vichy, o fueron frecuentes las represalias a civiles y militares, tanto por parte de los soldados de la Francia Libre como de las potencias aliadas, lo cierto es que De Gaulle intentó pacificar el país lo antes posible. Ante la existencia de dos países, extendió el mito de la Resistencia. La catarsis se alejó de Francia a la misma velocidad que se consolidaba el poder del general. El único capaz de guardar las esencias de la verdadera Francia, aquella que él mismo reescribía.
El mito de la Resistencia es una de las operaciones de propaganda mejor ejecutadas de la historia de la comunicación. Una muestra de la capacidad de los Estados de escribir y reescribir la historia hasta que encaje con la versión oficial, la versión más adecuada. De Gaulle proporcionó un placebo que permitía seguir creyendo que la idea de Francia seguía intacta. Una idea con la todos, franceses y no franceses, se sentían reconfortados. La libertad, la igualdad y la fraternidad seguían intactas en el imaginario popular. Una idea tan potente que le permitió prescindir de grandes sistemas de censura para contrarrestar a la oposición. Alimentar la superioridad moral fue suficiente para creer que la historia había sucedió tal y como el gobierno francés la había contado.
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* La Resistencia fue especialmente activa, con más de 1000 operaciones, en la preparación del desembarco de Normadia.
2 comentario(s)
Aclaración, maquis significa matorral, que era dónde se escondían los resistentes. En cualquier caso, un excelente artículo
Corrección realizada.
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