El Principio de Dominación y Homogeneización
¿Ha notado la extraordinaria sensibilidad y perspicacia de los políticos, sobre todo si son de su agrado, a la hora de detectar aquello que más le preocupa? Si ha respondido afirmativamente, también, seguro, ha notado la habilidad para establecer grandes categorías de problemas cuya solución, por sí misma, mejorará notablemente su vida. En caso contrario, no se preocupe, no sería el primer caso de elector despistado. Puede que al principio no le importase demasiado, o no supiese, lo importante que era la situación política de Venezuela para reducir el desempleo; es posible que tampoco supiese establecer la relación entre la mejora de la educación y sacar a Franco del Valle de los Caídos; quizás ha sido torpe al entender lo determinante que resulta para la marcha de la Seguridad Social el artículo 155 de la Constitución…, tranquilo, se trata de dos sencillos principios que toda campaña electoral debe aplicar. A usted únicamente se le pide que se relaje y vote.
El manejo de los temas de campaña ha sido (y es) suficientemente estudiado por todo tipo de autores. A pesar de esta enorme producción, fue Riker quien realizó una de las contribuciones más singulares: el Principio de Dominación y el Principio de Dispersión. La capacidad que tienen los partidos para dominar un tema y controlar, imponiendo su visión sobre el mismo, la agenda (y, de paso, la campaña electoral). Es decir, la capacidad que tienen los partidos de no involucrar en el debate (aislar) a los adversarios o mostrarlos como incompetentes en la solución de los problemas más importantes de la ciudadanía. Una aportación no exenta de críticas, que algunos enlazan con los famosos issues ownership de Petrocik [1, 2] y su «a history of attention». Un trabajo, igualmente, lleno de revisiones aunque con bastante predicamento entre los consultores políticos.

- Imponer el tema en la agenda: el problema más importante para la ciudadanía es el Tema X.
- Aparecer como el partido más competente para ese problema: el Partido A es el más competente sobre el Tema X.
Una fórmula sencilla, esto no es el Principia Mathematica, que no resulta tan fácil de aplicar. La competencia por el control de la agenda es notable entre los partidos, mucho más en una campaña electoral. Cada uno tratará de presentar sus problemas, aquellos sobre los que tiene un mayor nivel de competencia reconocido, e imponerse a los demás. Aunque esto no siempre es posible y hay que tener previstas varias alternativas.
¿Qué sucede si un partido no tiene competencia sobre el tema que ocupa la agenda? Ya decía Cervantes que «retirarse no es huir», o dicho de otro modo, evitar la batalla y aplicar el Principio de Dispersión. Una sencilla regla que aconseja huir de debates estériles que solo contribuyen a fomentar el dominio de los partidos adversarios y a quedarnos aislados de la mayoría. Por supuesto, en este escenario, debemos reformular nuestra estrategia y recuperar la iniciativa para volver a controlar la agenda.
¿Qué sucede si un partido no tiene competencia sobre el tema que ocupa la agenda? Ya decía Cervantes que «retirarse no es huir», o dicho de otro modo, evitar la batalla y aplicar el Principio de Dispersión. Una sencilla regla que aconseja huir de debates estériles que solo contribuyen a fomentar el dominio de los partidos adversarios y a quedarnos aislados de la mayoría. Por supuesto, en este escenario, debemos reformular nuestra estrategia y recuperar la iniciativa para volver a controlar la agenda.
¿Qué sucede si un tema en el que nos manejamos mal está incrustado en el debate público? Solo tenemos dos opciones, morir o encontrar una bala de plata capaz de atravesar el tema de dominio de tus adversarios y ofrecer una ventaja de la que solo disfruta tu partido y que es notable para loa mayoría de electores. Algo sumamente arriesgado que te sitúa, en el caso de prosperar, en condiciones de disputar la propiedad de un espacio, su espacio, y redecorarlo del modo que más te beneficie. Una estrategia ambiciosa y que hace de la comunicación política algo tan divertido.
Si continuamos con el tratado no matemático, una vez hemos alcanzado el Principio de Dominación, éste se convierte solo en un medio, el primer paso, para aplicar el más importante para triunfar en una campaña electoral: el Principio de Homogeneización. El más notable ahorro de recursos comunicativos de los partidos y, en el caso de resultar exitoso, el más eficaz a la hora de movilizar al electorado (al menos a corto plazo).
Los partidos no tienen una bola de cristal para comunicarse de un modo efectivo con todos los ciudadanos, para saber qué decir en cada momento. Los electores, qué duda cabe, tienen múltiples problemas y preocupaciones. Una auténtica amalgama difícil de clasificar. No se trata tanto de precisar cada uno de ellos, aunque es posible que la refinada sofisticación de algunos algoritmos sea capaz, sino de agruparlos en categorías más amplias que los hagan más manejables (agregación). Encontrar ese elemento común que permita enlazar el máximo número de preocupaciones y demandas ciudadanas y, a partir de ahí, hacerle creer a los ciudadanos que es así. ¿Esto de la política no iba de responder demandas y no de inventárselas? No, no necesariamente. Va de imponer un tema capaz de atrapar al máximo número de electores, que reciba la suficiente atención y, aunque no responda a toda esa amalgama de demandas ciudadanas, que termine por hacer creer a los electores que se trata del problema más importante que hay que solucionar.
Venezuela, Cataluña, lo trifálico... homogeneizar siempre supone un riesgo. No acertar con el tema central de la campaña, el tono o el estilo, pueden arruinar las aspiraciones de una candidatura. La falta de identificación, la lejanía, la falta de movilización, etc., por culpa de una idea poco clara, que no logra imponerse a la de la competencia, será un fracaso. Pero, en esta batalla ya no importa tanto acertar o no con el tema, homogeneizar adecuadamente, sino controlar la agenda. Un juego de suma cero para el que es obligado recurrir, nuevamente, el Principio de Dominación y aun adecuado uso de la iniciativa. Algo más complejo de lo que parece y en el que, frecuentemente, la táctica vence a la creatividad.
* La cita completa de Miguel de Cervantes dice: «El retirarse no es huir, ni el esperar es cordura, cuando el peligro sobrepuja a la esperanza»
* La cita completa de Miguel de Cervantes dice: «El retirarse no es huir, ni el esperar es cordura, cuando el peligro sobrepuja a la esperanza»
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