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Banderas de nuestros partidos



Son muchos los países en los que los mítines (casi cualquier acto de campaña) se llenan de una marea de banderas nacionales. El país con el/la candidata/a. ¿País? ¡La nación! Signifique lo que signifique eso de nación, la idea de la mayoría ofrece tanta solvencia como elemento de respaldo que parece casi imposible evitar el uso de este recurso. Incluso en un país como España, siempre a vueltas con los símbolos nacionales, ha sido imposible no recurrir a esa particular combinación de colores, franjas, escudos, estrellas… Un soporte cuya capacidad de influencia y movilización se encuentra muy por encima de la apelación de esa mayoría de la que se quiere presumir.
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Ese entusiasmo que moviliza



Sorpresa, asco, tristeza, ira, miedo y alegría. «The big six», tal y como Prinz bautizó la síntesis emocional que el famoso psicólogo Paul Ekman publicó hace ya más de treinta años. Una tipología a la que Pixar (actualizada por el propio autor en cinco emociones básicas) sacó lustre en su fantástica «Inside out», y por las que, en forma de fases de un proceso catártico, han transitado miles de ciudadanos gracias al procés, 9N, más procés, leyes para el referéndum y desconexión, 1-O, cargas policiales, soledad internacional, salidas de empresas, huelgas, 155… y un montón de sucesos y reacciones que parecen anticipar el inmovilismo como el único escenario probable en las próximas elecciones del 21 de diciembre.