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El falo falaz



Lo que no se puede medir, no se puede comparar… Un mantra, casi un dogma, que las ciencias sociales adorna con complejos aparatos analíticos para disimular su evidente complejo científico con eso que llaman las ciencias puras o duras. Quizás la culpa de esto, o al menos de parte, la tenga aquella otra premisa que rezaba: lo que no se puede medir, no se puede mejorar. Frase atribuida a Lord Kevin y/o a Peter F. Drucker que, en realidad, decía: «Lo que no se define, no se puede medir. Lo que no se mide, no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre». Una secuencia un poco más compleja con la que parecen salvarse muchas disciplinas pero que condena, casi sin absolución posible, a muchas áreas que componen las ciencias sociales.