Diario de campaña: last minute panic



Entramos en los minutos finales de la campaña electoral y los partidos se afanan en conseguir los últimos votos o, mejor dicho, los últimos escaños. Con un electorado ciertamente volátil y con un número importante de indecisos, es obligado hacer un esfuerzo que intente conseguir el favor de estos, activar a los nuestros, desmovilizar a los votantes de los demás (si es posible)… una to do list generosa en la que, sobre todo, destaca una tarea: no la cagues. 

Si hay una consigna clave que los asesores repiten machaconamente a los candidatos en los cierre de campaña es no cometer errores, más si estamos en un escenario como el que indican las encuestas andorranas. El coste de contratar un trabajador, unos datos poco ajustados, un ministro grabado en una conversación cuanto menos incómoda… cualquier hecho puede ser lo suficiente trascendente. Aunque no está demasiado claro cuántos votos puede mover un error de última hora, lo cierto es que dado los pocos votos en los que se van a jugar, previsiblemente, muchos escaños, parece obligado recomendar una estrategia conservadora. 

Por supuesto, no todos los partidos tienen las mismas necesidades ni han seguido la misma estrategia durante la campaña. Para algunos, una estrategia conservadora es seguir atizando al rival, es decir, no pisar el freno. Hay que alimentar demasiados fuegos. Cambiar a última hora el ritmo, tono y contenido de una campaña puede, también, ser un error fatal pues, muchos electores, pueden desconectarse en el momento más crítico. Es imprescindible recordar quiénes son los malos y tiene la culpa de todo, lo bien que irá España con un gobierno de tu partido y, esto es nuevo, el nombre de tus posibles compañeros de pacto… aunque algunos sigan resistiéndose en decir los nombres de su carné de baile. Demasiados elementos con los que completar esa construcción compleja que es el voto. 

El last minute panic está próximo y todo lo que no se haya hecho antes del cierre de campaña, no hay partida de domino o de fútbol que lo arregle durante la jornada de reflexión (salvo catástrofe manifiesta del rival). Y eso que en las últimas elecciones casi un 20% de ciudadanos decidieron su voto en el último momento (más un 10% que lo hizo durante la última semana de campaña). Demasiada racionalidad o el pálpito delante de la mesa con las papeletas... en cualquier caso, un desafío a escrutar para los defensores de la campaña permanente

Viernes de despedida con una última ronda por las tertulias radiofónicas, programas de televisión, paseos entre multitudes, mítines… y todos a descansar para que las actividades casuales de la jornada de reflexión parezcan naturales y espontáneas. Pero las vacaciones de los candidatos no se extienden a sus equipos, muchos seguirán en los medios el sábado, ni a sus fieles community manager, que intentaran ganar la guerra por el hashtag. Nunca se sabe dónde están esos últimos votos y cualquier campo de batalla puede ofrecer una victoria.

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