Diario de campaña: el puerta a puerta



No hay asesor de campaña que se precie que no observe, analice e intente copiar las prácticas de las campañas electorales estadounidenses. Por supuesto, si hay alguna con la que inspirarse esa es la de Barack Obama (que en realidad fueron dos, 2008 y 2012, aunque las hemos cosido como una unidad indivisible), y dentro de esta, nos detenemos en el uso de las redes sociales. Una obsesión que convierte, en una mala traducción, a los grandes repositorios de datos, el Big Data, y las redes sociales en el fin, cuando nunca fueron más que el medio. 

Si algo tiene interesante las campañas de Barack Obama es la movilización a través de un reciclaje de los grassroots. Un ejército de voluntarios que, gracias a una cuidadísima arquitectura de datos, consiguieron uno de los más eficaces puerta a puerta de la historia de las elecciones estadounidenses. Sencillo y complejo (en realidad muy complejo): públicos objetivo + mensaje segmentado + voluntarios para la activación y el seguimiento. Un esquema que se repitió y repitió hasta conseguir el efecto deseado. Algo que, como decimos, parece sencillo pero que en realidad resulta tremendamente complejo. Quizás por ello, cuando nos dedicamos a la importación de técnicas de campaña, nos limitamos a copiar la parte de las redes sociales olvidando que, tras la recolección y tratamiento de los datos, empieza el verdadero trabajo. 

Son muchos los partidos españoles que han intentado ganar la calle movilizando a sus militantes y simpatizantes. Un acierto que, aunque es muy bien intencionado, resulta poco eficaz. No solo porque los partidos, pese a la existencia de Bloise o Calisto, o lo que llaman el Big Data rural de Podemos, no cuentan con la necesaria infraestructura para la recogida y tratamiento de datos, sino porque desprecian el componente tiempo. Partir de la premisa de movilizar a militantes para que movilicen votantes a dos semanas de las elecciones es un manifiesto error (en todo caso, mejor esto que nada). Sin duda, lo hemos dicho muchas veces, el recurso más importante para la política es el tiempo. Y tiempo es lo que se necesita para organizar un cuerpo de voluntarios capaz de trabajar durante el período interlectoral (no a última hora) la movilización de los electores. 

El PSOE, PP, Unidos Podemos.. han apostado, con acierto, por la estrategia de puerta a puerta para dar a conocer a los ciudadanos a su candidato y su programa de gobierno. Sin embargo, esta buena iniciativa no cuenta con el trabajo previo necesario para optimizar el esfuerzo que realizan. La ausencia de perfiles, de trabajo de contacto continuado durante (al menos) los últimos meses, la falta de continuidad y seguimiento, la nula formación de los voluntarios… terminan convirtiendo una actividad (parecida) de grassroots en un puerta fría. Es decir, en vez de coordinar la acción de un ejército de voluntarios a la caza y captura de votantes, tenemos unos vendedores de enciclopedias atrancando con el pie la puerta para que el asustado vecino no la cierre de un portazo. Al final un me lo pensaré en lugar de arrancar un compromiso. Sin duda, una de las máximas de los partidos políticos españoles en acción: lo queremos todo rápido, barato y bonito... y así no hay manera de hacerlo bien.  

Comentario(s) a la entrada