Diario de campaña: el entretenimiento
La política es entretenimiento. De hecho, podríamos afirmar que si la política aburre, no es política. No solo por los abundantes formatos de tertulias en los que se combinan los análisis de la actualidad con un ritmo alto para que el espectador no caiga en un pesado sueño, también porque los políticos españoles, en los últimos años, se han lanzado a la conquista de la política estadounidense, esto es, el politainment. Más allá de la buena salud con la que cuentan algunos programas de televisión de corte político, el grueso de la audiencia sigue concentrándose en los programas de entretenimiento. Motivo suficiente para colarse en este tipo de formatos e intentar marcar algunos puntos en un espacio más amigable.
Como decimos, ya no es novedad ver como los políticos, sobre todo si están en campaña, asisten a todo tipo de programas de televisión: entrevistas con canción y baile, de casa en casa, conduciendo un todoterreno, rodeado de niños… cualquier programa es bueno si la audiencia forma parte de uno de los público objetivo a los que intentamos seducir. Porque, más allá del deseo de parecer simpático, cercano y dicharachero, el candidato acude a estos programas a trasmitir su mensaje. Nada es gratuito y salirse de la encorsetada entrevista cara a cara tiene su recompensa en forma de masaje y charla de amiguetes, poco exigente pero muy reconfortante para el candidato.
La amabilidad del formato de un programa de entretenimiento es, sin duda, su mejor ventaja para venderse a un político, pero también su principal deficiencia para aquellos que esperan, en un esperar inútil, que algo se salga del guion. Por ejemplo, en medio del escándalo de las escuchas de Fernández Díaz, de las que ya hablamos ayer, el Presidente del Gobierno ha comparecido en El Hormiguero… y ha comparecido para no decir casi nada de su ministro ante un público que, si no está muy al tanto de la actualidad política, podría pensar que en realidad esto ha sido una pequeña polémica sin mucho recorrido… pelillos a la mar… masaje y charla de amiguetes.
La asistencia masiva a los programas de entretenimiento podría plantear un grave problema en los flujos de información política, y es la ausencia de esos mismos protagonistas en los programas de corte político. Algo que todavía no sucede, aunque a algunos candidatos es más fácil verlos en casa de Bertín o cargados con la maleta de la Griso que en un programa de entrevistas, pero en caso de persistir e intensificarse podría mermar de su principal proveedor al circuito informativo. Y sería una ausencia no exenta de lógica pues, para qué acudir a un programa donde un periodista puede someterte al rigor de una entrevista bien elaborada, cuando podemos limitar nuestras declaraciones a unas pocas chanzas en la que intercalemos algunos anuncios o medidas de nuestro programa solo interrumpidos por la publicidad. Porque, si hay alguien que impone rigor en el politainment, ese es el señor que controla la publicidad, que nada es gratis y alguien tiene que pagar la fiesta.
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