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La burbuja de las series (políticas)



Retorna Juego de Tronos, la serie de las series. La historia que inspira todo tipo de analogías y cuyas escenas siempre encuentran su reflejo en una maltrecha realidad que, lamentablemente, no suele estar a la altura de la ficción. Sin dragones, un ejército de inmaculados, enanos respondones ni un eunuco refranero, la política se muestra ciertamente decepcionante, y es que parece que nada está a la altura de las expectativas generadas por nuestras series de referencia. Culpa, principalmente, de esa obsesión que intenta explicar la política a golpe de guion televisivo, episodio a episodio. Esa apuesta por resumir toda la actividad política en un compendio de frases de nuestros personajes fetiche, sobre todo si son de algún malo oficial… un Lannister, un Underwood o el mismísimo Alister Campbell. La política española vive ensimismada inflando la burbuja de las series de televisión. Una burbuja que no es fruto de la altísima calidad de algunas producciones, auténtica edad de oro, sino del empeño que ponemos en verlo todo a través de esta óptica en un vano intento de soñar con algo más divertido que lo que vemos en el telediario.