Cuando el mono acierta con las teclas...



Una de las teorías más singulares, y hay para elegir, sobre los patrones estadísticos que tienden al infinito, es el teorema del mono infinito. Formulada en 1913 por el matemático Émile Borel en su obra Mécanique Statistique et Irréversibilité, se concreta en un sencillo planteamiento: si mil monos sentados frente a una máquina de escribir teclean al azar durante diez horas al día, sería muy poco probable que el texto resultante fuese similar a un libro publicado («Hamlet»), y aún así podría suceder. Algo similar deben pensar muchos de los consultores (y adheridos) de las campañas electorales, todo el día cargados con sus tablets tecleando hasta el infinito en la búsqueda de la propuesta definitiva que derrote al adversario y asegure la victoria en las urnas.

Escoger los temas en torno a los que articular una campaña electoral no forma parte del maravilloso proceso creativo que concluye con el eslogan o el spot electoral. No hay que confundir el diseño de los contenidos políticos con la elección de una estrategia para la que resulta fundamental la investigación. Tarea aburrida pero necesaria pues decidir de qué hablar, dónde centrar el debate, no puede quedar al azar de un consultor que tras chuparse el dedo lo saca por la venta para ver en qué dirección sopla el viento. Y es que tiene muy poco glamour revisar encuestas, identificar segmentos relevantes, clasificar temas de preocupación, formar focus groups para trabajar la parte cualitativa, detectar canales de comunicación óptimos…

Por supuesto, tanta ciencia forma parte de un modelo ideal que no contempla dos variables fundamentales en toda campaña: la tozuda realidad y el todavía más tozudo candidato, que para eso su cara es la que sale en los carteles electorales. Planificación e improvisación (también ocurrencias), una combinación ganadora que debe contar con la colaboración de terceros, principalmente los medios de comunicación. Aunque las redes sociales han transformado el escenario en uno mucho más exigente, los medios siguen siendo los jueces necesarios para salvar y condenar los aciertos y errores de los partidos. Suerte tienen algunos de contar con medios cómplices que actúan con tanta docilidad que no dudan en subirse en todo tipo de globos sondas para que les den el paseo completo.

Uno de los trabajos al que más esfuerzo dedican los responsables de cualquier campaña es controlar la agenda y mantener la iniciativa de la campaña. Tarea nada sencilla para la que, tras la correcta lectura del clima político y los públicos objetivos, hay que optar aquellos temas que nos ayuden a posicionarnos de la manera más ventajosa posible. Desechado los valence issues, dentro de la tipología de Stokes, por su exiguo rendimiento (la paz mundial no da muchos votos), es necesario recurrir a otros temas que sean más versátiles y faciliten el debate entre las distintas fuerzas partidistas. Desde los boundary-spanning, temas amplios que afectan a varios segmentos y que poseen un significado lo suficientemente abierto como para realizar una interpretación favorable de la candidatura, hasta los temas de confrontación o posicionamiento. Con un rendimiento más óptimo, los partidos, para movilizar a su electoral a través de la polarización, recurren a los clear-cut-issues, los positional issues (siguiendo con la tipología de Stokes), que nos ayudan a situarnos a favor o en contra de aspectos concretos. Clasificación sencilla que, en ocasiones, muchos partidos con un electorado de centro tratan de evitar recurriendo a los diffuse issues, temas de naturaleza general que comprometen a poco y con los que es complicado estar en contra.

Las máquinas de escribir siguen su traqueteo y parecen haber encontrado temas de carácter trasversal, como la lucha contra el paro o el crecimiento económico, y temas de posicionamiento que antes generaban todo tipo de consensos. Sin duda, una de las novedades de esta campaña es haber convertido la lucha contra la corrupción (y/o la regeneración democrática en un sentido mucho más amplio) en un tema de posicionamiento, y lo ha hecho con todo tipo de binomios: arriba-abajo, nuevos-viejos, PP-resto de partidos... Nuevos y viejos marcos de referencias que expulsan del debate político a otros asuntos. El día solo tiene 24 horas y la campaña 15 días, motivo por el que otros temas relevantes, y que figuran entre los principales asuntos de preocupación de los españoles, parecen olvidarse. Siempre nos quedará el programa para decidir nuestros voto... o en su defecto un resumen. Claro que no hay mejor resumen que el candidato y la confianza que depositamos en él. 

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Stokes, Donald (1963), «Spatial Models and Party Competition», en American Political Science Review, 57: 368-377.
Fragmento del capítulo «Last Exit to Springfield», de The Simpson, en el que los monos del Sr. Burns yerran al escribir al azar el inicio de la novela «A tale of two cities», de Charles Dickens: «It was the best of times, it was the blurst of times», en lugar de «It was the best of times, it was the worst of times».

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