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Por un puñado de tuits



Obviedad: la comunicación política ha cambiado mucho en las últimas dos décadas. La línea que separaba lo público de lo privado se ha difuminado hasta casi desaparecer. Quizás solo nos quede un pequeño resquicio para la intimidad en todo el material que nos empeñamos en compartir en las redes sociales. Un gran espacio público que, a pesar de la inmediatez que caracteriza a las nuevas plataformas, tiene una extraordinaria memoria (mejor dicho registro). Una nueva dinámica en la que, en ningún caso, el derecho al olvido puede ser confundido con el derecho al encubrimiento.