El efecto Forer



There’s a sucker born every minute” 
P. T. Barnum 

Es habitual que al leer una descripción de la personalidad que tienen los nacidos bajo el signo del horóscopo al que uno pertenece te encuentres identificado, o creer que un test de una revista tipo Cosmopolitan acierta en los principales rasgos de tu persona… esto, que en términos psicológicos es conocido como efecto (o falacia) de validación subjetiva, es el efecto Forer, también llamado efecto Barnum en honor al artista circense Phineas Taylor Barnum (creador de “The Greatest Show on Earth”) que era capaz de ofrecer a cada espectador aquello que necesitaba para divertirse aún vendiendo siempre el mismo espectáculo.

El efecto Forer se debe al psicólogo estadounidense Bertram R. Forer. Consciente de esta tendencia de las personas a validar rasgos genéricos como si se tratasen de notas características de su personalidad, en 1948 reunió a un grupo de estudiantes a los que repartió un complejo test de personalidad. Tras responder a preguntas de lo más variopintas, el grupo de estudiantes entregó sus test y el psicólogo procedió a su evaluación, que no consistía en otra cosa que en el reparto de un texto exactamente igual para todos (copia y pega de distintos horóscopos) y en el que se daban rasgos generales de cómo era su personalidad. Una vez leída esta información los estudiantes debían calificar cómo de exacta era su evaluación (si había dado en el clavo), puntuando de 5, en caso de ser excelente, a 0, en caso de no sentirse reconocido. La nota media fue de 4,2*. Es decir, la descripción genérica que se había dado resultaba tremendamente acertada para la inmensa mayoría de los estudiantes.

Bertram R. Forer tenía dos opciones, o bien patentaba su prodigioso test de personalidad que siempre acertaba aún cuando no servía para nada, o bien definía lo que se conoce como el efecto de validación subjetiva: esa tendencia que tienen las personas a aceptar todo tipo de afirmaciones sobre sí mismas más como un deseo de hacer suya esa descripción que como una realidad. Aunque muchas de estas afirmaciones pueden ser falsas, al tratarse de rasgos positivos, las asumimos como ciertas con la esperanza de hacerlas nuestras. Un potente mecanismo de validación que emplean en horóscopos, test de personalidad de revista, lectura de la palma de la mano… y la política (aunque en su aplicación política suele referirse más al efecto Barnum).

A través de procedimientos mucho más refinados, principalmente con la aplicación de las herramientas que el marketing pone a disposición de la política, es habitual la construcción de mensajes de carácter genérico, con metas universales más parecidas a las promesas de un concurso de Miss America (por la paz mundial!!!) que de un proceso político serio. Propuestas vagas que responden a los deseos de la mayoría y que, a menudo, tienen difícil concreción, presentadas en un gran espectáculo en el que se ofrece a los espectadores, ciudadanos, aquello que esperan de la política. En algunos países como Estados Unidos este abuso de los mensajes genéricos para conseguir la aprobación de los ciudadanos ha provocado que durante la campaña electorado en algún estado se diesen mensajes que contradecían lo que se decía en el siguiente estado, dando origen a otro fenómeno, el “flip-flop” o “flip-flopping”.

El efecto Barnum tiene una aplicación muy práctica en la construcción de los viejos y nuevos populismos. Una suerte de discursos que dan respuesta a las principales preocupaciones de los ciudadanos y que logran una gran aceptación sin decir demasiado sobre cómo se conseguirán los objetivos propuestos. Igualmente, y no necesariamente dentro de estas fórmulas populistas, la creación de los partidos catch all y la búsqueda y captura de un electorado global (generalmente con un perfil centrista), han hecho que éstos hagan uso de este tipo de mensajes. Las democracias de audiencia, consecuencia de la invasión de los medios de comunicación de la arena política, han casi obligado al uso de las fórmulas circenses de Barnum en las que los líderes políticos se revisten de un carácter mesiánico. Un deterioro de los contenidos, de los programas, que han convertido la política en un conjunto de mensajes vacíos en los que cuesta encontrar algo de fundamento, la forma antes que el fondo.

Un sencillo ejercicio para averiguar cómo se emplea el efecto Forer en política consiste en construir un discurso con trozos de frases. Se redactan varias oraciones de carácter genérico, se trocean en tres o cuatro partes, se mezclan y se vuelen a construir nuevas frases con cada uno de los pedazos, casi todas con sentido, dando lugar a nuevas proclamas políticas con el mismo componente genérico. No sean tímidos, inténtenlo y den paso al mayor espectáculo del mundo, el circo político.

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