Field Service Postcard, censura institucional
La estrategia propagandística de un Estado pasa, inevitablemente, por concebirla como una actividad integral en la que ningún aspecto puede descuidarse. Labores que no se limitan a la emisión de informaciones o imágenes sino también al control de la información. Para que una estrategia propagandística a gran escala funcione es necesaria que los ciudadanos reciban un único tipo de estímulos. Una única 'verdad'. La multiplicidad de fuentes pone en peligro la credibilidad de los mensajes que envía el gobierno.
La Post Office, la Oficina de Correos británica, contribuyó notablemente con los propósitos bélicos de su gobierno durante la Primera Guerra Mundial. No solo en la comunicación efectiva de todo tipo de mensajes, en el mantenimiento de una red fluida (todo lo fluida que podía ser en la década de 1910) o en la persecución de espías a través de la revisión exhaustiva de cada comunicación que se producía, también contribuyó activamente en el desarrollo y mantenimiento de las actividades propagandísticas del Gobierno británico.
Al inicio de la Primera Guerra Mundial la Oficina de Correos envío a los varones en edad de alistarse una carta en la que se animaba a unirse a las Fuerzas Armadas para ir a combatir al frente. Ofrecimiento que se convirtió finalmente en un reclutamiento obligatorio. Con un elevado número de hombres en el frente, al igual que sucediera en las fábricas, oficinas, tiendas, etc., la Post Office procuró la incorporación de mujeres a sus dependencia, principalmente aquellas que hablan algún idioma extranjero, a las que destinaba a labores de censura, revisando todo tipo de comunicaciones de otros países, bloqueando aquellos que pudieran resultar contrarios a las líneas marcadas por el gobierno para lograr una adecuada uniformidad cuando fuesen distribuidos.
Para las comunicaciones de los soldados que se encontraban en el frente se puso en funcionamiento un sistema de tarjetas postales con una serie de mensajes a modo de opciones entre los que debían elegir con la prohibición de escribir cualquier otra información que no fuese la fecha y la firma del recluta ante la amenaza de destruir la postal en caso de hacerlo. Un sistema que garantizaba que la tropa no informase de ningún movimiento o posición en el que se encontraba, contribuyendo a la estrategia militar. Se evitaba que los soldados filtrases accidentalmente, mucho más si era intencional, ningún tipo de información sensible. Pero también impedía este método de comunicación dar cuenta del estado anímico en el que se encontraban los soldados. Se impedía así que cualquier información contraria a la que se contaba en los medios oficiales (incluidos los medios de comunicación controlados por el Estado o trufados de censores, que eran todos en la práctica) fuera distribuida, consiguiendo mantener un discurso favorable a la participación en el conflicto en la población. Incluso se organizaron protocolos de pésame para las familias a las que se comunicaba la muerte de un soldado y en el que se contaba una historia dulcificada de las causas en las que había producido la baja. Nada demasiado traumático y que evidenciara la crudeza que se vivía en el frente.
Para completar este aislamiento de la tropa se limitó el acceso de la prensa a los campos de batalla (debían ser autorizados expresamente) y se permitió únicamente la publicación de las imágenes que consideraban que beneficiarían al ánimo general de la población. Fotografías en las que la tropa aparecía favorecida y en ningún caso del campo de batalla tras un enfrentamiento con el enemigo (a no ser que se tratase de soldados británicos conduciendo a un grupo de prisioneros). Cuando la guerra llegó a su momento más difícil, más cruento, la presencia de la prensa y las imágenes de los fotógrafos se redujo casi por completo. De este modo se continuaba con el control de la información que llegaba desde el frente, evitando ofrecer una visión alternativa a la oficial, lo que hubiera puesto en riesgo la estrategia de propaganda institucional desarrollada por el Gobierno británico.
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