El sistema electoral del Vaticano



O dicho de otro modo, cómo se elige un Papa. Tarea nada sencilla la de elegir a la cabeza de la Iglesia católica y al Jefe del Estado de la Ciudad del Vaticano. Más cuando el sistema electoral empleado para tal efecto presenta una serie de particularidades que, pasados los siglos, se han convertido en tradiciones. Regulado por última vez en la Universi Dominici Gregis (Constitución Apostólica promulgada por Juan Pablo II en 1996), el proceso electivo debe comenzar antes de 20 días después del momento de la muerte, o renuncia, del Pontífice.

El proceso de elección no está previsto en el tiempo (aunque sí perfectamente regulado). Como todo el mundo sabe, el Papado es un cargo generalmente vitalicio que no presenta ningún carácter rotatorio. Por lo que no hay prevista la celebración de elecciones (más allá de la necesidad forzosa de nombrar a otro Papa) ni prevé ningún tipo de mecanismo de accountability. Por lo tanto, es necesario esperar a que se produzca una situación de “sede vacante” para que el proceso se inicie. O bien por la muerte del Pontífice o por la inusual renuncia del cargo (cinco, con la de Benedicto XVI, en toda la historia de la Iglesia - el primero de ellos Benedicto IX, y el último Gregorio XII en 1415).

A pesar de ser una religión multitudinaria, lo cierto es que la elección del Papa se limita a un cuerpo electivo muy pequeño. Es el Colegio Cardenalicio (o Sacro Colegio) el encargado de elegir a la Cabeza de la Iglesia católica. Es este órgano, compuesto por todos los cardenales de la Iglesia católica (conocidos como los purpurados), el que toma la decisión. Sin embargo, no todos sus miembros, 212 en la actualidad, disfrutan del derecho de sufragio activo. No todos son electores. Únicamente reúnen esta condición (pueden votar) aquellos cardenales que tienen menos de 80 años en el momento en el que el Papa muere o se hace efectiva su renuncia (28 de febrero en el caso de Benedicto XVII). Lo que limitará el acceso al proceso electivo a poco más de 120 cardenales.

Continuando con el proceso, en sede vacante se convoca a los electores del Colegio Cardenalicio a cumplir con su obligación, pues la participación en el proceso no es voluntaria. Es un deber de todos los cardenales que están en condiciones de hacerlo (solo se disculpa la asistencia por razones de fuerza mayor).

Con la intención de garantizar una elección racional (iluminada por la Divina Providencia en todo momento, no olvidemos que hablamos de la elección de un cargo religioso) e imparcial, los cardenales electores son recluidos en el Domus Sanctae Marthae (residencia vaticana que ocuparán mientras se desarrolla el proceso) y la Capilla Sixtina (dependencia donde se celebrarán las reuniones deliberativas y las votaciones). Espacios que quedarán cerrados a toda persona ajena al Colegio (salvo las encargadas de la logística). Limitación que también incluye a los cardenales, pues tampoco podrán mantener contacto con el exterior.

Tras una misa (conocida como Pro eligendo Romano Pontifice) y un juramento en el que se promete guardar secreto de las deliberaciones que allí tengan lugar, el cuerpo electoral queda constituido. Naturalmente quedan prohibidos formalmente, bajo posible pena de excomunión, la formación de pactos para favorecer a un candidato o perjudicar a otro, o atender a presiones o pactos con personas que se encuentran en el exterior.

Una vez tenemos claro quienes disfrutan del sufragio activo nos ocupados de quiénes pueden disfrutar del sufragio pasivo. Es decir, quién puede ser elegido Papa.

En principio, y tras el III Concilio de Letrán (1179) que eliminó las condiciones restrictivas de acceso a estos derechos, cualquier varón bautizado puede ser elegido Papa. Sin embargo, en la práctica es habitual que el elegido sea un cardenal (por lo que el Colegio Cardenalicio elige entre las personas que se encuentran allí reunidas - esta es la principal razón por la que se introduce la limitación de edad para ser elector). El último “no cardenal” elegido fue Urbano VI en 1378. No existen restricciones respecto a la nacionalidad (aunque suelen ser italianos) ni la edad. Cuestión esta última no exenta de polémica dada su relación con el estado de salud que puedan tener los candidatos, pero que se justifica si tenemos en cuenta que son los cardenales los que terminan eligiéndose entre ellos. Y a que se alcanza esta condición tras ser nombrados por el Papa tras largos años de destacado servicio en la Iglesia.

¿Cómo se elige?

Reunidos los cardenales electores se procede un intercambio de opiniones, ideas, etc. Tras esta primera sesión se vota (el primer día solo se vota una vez). Los cardenales tienen prohibido proponerse para el cargo o promocionar su propia candidatura pero sí pueden buscar apoyos en terceros. Será necesaria la obtención de un mínimo de dos tercios de los votos emitidos (un sistema de mayoría reforzada que exige complejas deliberaciones y apoyos). Si ningún candidato los ha obtenido, las papeletas se queman en una pequeña estufa en la célebre ceremonia de la fumata negra/blanca. Tras esta primera votación, los siguientes días se votará dos veces por la mañana y dos por la tarde (una fumata por la mañana y otra por la tarde). Si al tercer día de iniciarse las deliberaciones no hay un candidato electo, los cardenales se retirarán un día a meditar. Posteriormente continuarán las votaciones (ante una posible situación de bloqueo continuado la Universi Dominici Gregis prevé que mediante acuerdo de los cardenales pueda cambiarse el requisito de los dos tercios por una mayoría absoluta).

Una vez obtenida la mayoría un candidato, se entenderá que hay Papa electo. Generalmente, como decimos, un cardenal presente. En el caso de que no lo sea se le convocará a la Capilla Sixtina para su designación (si no es obispo, y ha aceptado, se le nombrará previamente). Tanto en un caso como en otro, el Decano del Colegio Cardenalicio se dirigirá a él y, empleado la fórmula tradicional, le preguntará:

- Acceptasne electionem de te canonice factam in Summum Pontificem? (¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice?)

En caso de respuesta afirmativa se le volverá a preguntar:

- Quo nomine vis vocari? (¿Cómo deseas ser llamado?)

- Vocabor… (y el nombre que elegirá para su pontificado)

Y tras esto ya solo que la fumata blanca y el célebre Habemus Papam.

[Para más información del proceso electivo, desde una visión politológica, "Electing Popes. Approval Balloting with QualifiedMajority Rule", Josep M. Colomer & Iain McLean]

3 comentario(s)

Harry Reddish | 11 de febrero de 2013, 23:42

Salvando las distancias, el sistema de elección del Sumo Pontífice es similar al de los Estados Unidos. La diferencia está en la representatividad de los miembros del colegio apostólico (si hubiera proporcionalidad por país y número de creyentes, el voto latino tendría la misma importancia que en los EUA) y que sería cuestionable la intervención de la Divina Providencia (a veces también falla en la elección del obispo de Roma). La pompa y el boato son similares, sólo que en el Vaticano no cantará Beyoncé, lo cual es una desgracia.

Buen artículo, muy didáctico y sobre todo, de rabiosa actualidad.

Felicidades!!!

Rubén Sánchez Medero | 12 de febrero de 2013, 1:29

Beyoncé en Roma, con el nuevo Papa, cantando en la ceremonia... creo que podría funcionar. Berlusconi seguro que no se lo pierde...

Anónimo | 2 de enero de 2014, 16:45

. COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
EN LA CONDUCCION DIARIA

Cada señalización luminosa es un acto de conciencia

Ejemplo:

Ceder el paso a un peatón.

Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.

Poner un intermitente

Cada vez que cedes el paso a un peatón

o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.


Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.


Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.


Atentamente:
Joaquin Gorreta 55 años