El mecano de una campaña electoral (i)



Las campañas electorales, más allá de los amplios márgenes en los que se mueven, poseen una estructura formal que ha permanecido casi inmutable desde el arranque de las campañas modernas, allá por el año 1952 en los Estados Unidos. Tres son los elementos principales que articulan el proceso: los encuentros directos o actos con los votantes (a los que el mundo 2.0 ha facilitado el trabajo), los mensajes o contenidos programáticos/ideológicos y los soportes visuales. Una fórmula sencilla a la que el caso español no ha sido ajeno, articulando sus campañas dentro de estos parámetros aún con algunas limitaciones.

Uno de los elementos que más importancia tiene en toda campaña son los encuentros directos con los ciudadanos. Un modo de reducir la distancia entre la ciudadanía y los políticos que ofrece una gran proyección mediática. Dentro de esta categoría destacan cuatro tipos de encuentros que pueden tener lugar a lo largo de una campaña electoral:

Mítines: traducción al castellano de los rallies anglosajones. Son encuentros multitudinarios del candidato con los votantes. Una gran plataforma comunicativa que no trata de proyectarse sobre el público asistente, pues mayoritariamente son afiliados y votantes (en cualquier caso no ciudadanos indecisos), sino sobre los que se encuentran en casa informándose a través del telediario, radio, periódico... Los mítines son un importante punto de venta de los activos políticos de una candidatura. Reciben una gran atención mediática y todo debe estar perfectamente calculado para maximizar la importante inversión que este tipo de actos demandan.

Cartel electoral UCD, 1977
En el caso español, en el arranque de la primera campaña electoral (e incluso antes) los partidos realizaron grandes mítines. Las ganas de participar en el inicio de la Transición facilitaban la presencia de unos ciudadanos que deseaban formar parte de aquel momento. Naturalmente, el impacto de estos mítines, en unos entornos menos mediatizados que los actuales, tenía un mayor alcance entre los asistentes que los no asistentes. Además, claro, de la preexistencia de ciertos comportamientos políticos predeterminados. En este sentido, cabe destacar que el candidato de UCD, Adolfo Suárez, (que ya ocupaba la Presidencia del Gobierno), tomó la decisión de no participar en ningún mitin. Toda su campaña se redujo a una visita a su pueblo (Cebreros), diversas entrevistas y, fundamental, declaraciones institucionales como Presidente del Gobierno. Todo un éxito aprovechar su mejor recurso. Privilegio institucional, el de no salir a la carreta, que nadie volvió a repetir. Desde de la campaña de 1979 hasta hoy, el Presidente del Gobierno se ha convertido en un importante activo que participa en todas las campañas de su partido. Salvo algunas excepciones en las que el Presidente puede ser un elemento negativo y se relega a un segundo plano.

Con el paso del tiempo y la americanización de las campañas electorales (y las grandes inversiones en estas tareas) los mítines comenzaron a tener una mayor proyección. Probablemente, en este sentido, la campaña del Partido Popular en las Legislativas de 1996 marca un antes y un después en lo que ha modernización de este formato se refiere.

Meetings: se trata de un tipo de encuentro con un menor despliegue que un mitin pero igualmente preparado. El candidato planifica una cita con algún grupo que despierta un interés concreto para la estrategia de la campaña. Realizará una declaración e intercambiará opiniones con los asistentes. Suelen producirse en sedes de asociaciones, instituciones, colegios… o en la misma sede del partido.

Un formato frecuente es el de mezclar este tipo de actos con el del mitin. El candidato convoca un encuentro con una temática concreta, por ejemplo educación, al que se invitan a expertos, organizaciones relacionadas, etc. y también militantes y votantes. Se pronuncia un discurso de carácter programático y/o presenta una línea de acción del partido y/o gobierno. La naturaleza temática de este tipo de convocatorias ofrece un buen respaldo a los mensajes que pueden enviarse  al entender que tienen cierto respaldo de la comunidad.

Walkabouts: uno de los formatos más interesantes que se han exportado de la política anglosajona. El candidato sale a la calle y se “da un paseo” por alguna zona señalada, plaza, mercado, fiesta patronal… De este modo toma contacto con la gente sin necesidad de filtros. Un formato en el que realmente se produce un contacto directo con los ciudadanos, que no necesariamente con los votantes. Es por ello por lo que, además de ser una modalidad que ofrece los elementos potenciales para producir una imagen muy positiva, también ofrece un enorme riesgo para el candidato, puesto que puede encontrarse con personas que no simpaticen con su candidatura o que, directamente, ofrezcan un perfil `hostil’ al candidato. Lo que puede comprometer su imagen ante la prensa y, por tanto, ante los ciudadanos que recibirán más tarde la crónica de este encuentro.

Generalmente, en este tipo de actos, el candidato es acompañado por un nutrido grupo de personas del partido a modo de cinturón de seguridad. Además, algún responsable de la campaña suele visitar antes la zona para planificar una ruta que evite lugares que puedan resultar complicados para el candidato. 


["David Cameron, man of the people"]

Canvassing: una modificación de los walkabouts aplicando una estrategia de marketing directo conocida como “puerta fría”. El candidato visita las casas de una localidad o barrio con la intención de contarles a los vecinos algunas de sus propuestas y escuchar sus demandas ciudadanas. Igual que en el caso anterior, muy habitual en la política anglosajona y muy habitual en la política local. Quizás la que mejor permite este formato y en el que más sentido tiene.

Asimismo, en una sustitución del casa por casa, los candidatos pueden emplear el teléfono como medio para realizar este tipo de contacto directo (se conoce como el phone canvassing). Algo que hemos vitos en esa imagen tan célebre de los candidatos a la Presidencia de los EEUU al teléfono contactando con sus votantes y agradeciéndoles su apoyo. Aunque este sistema de marketing no solo sirve para pedir el voto, también para recordarles que tienen que ir a votar y, principalmente, para recaudar fondos.

En el caso español esta práctica es poco frecuente. Con la llegada de las nuevas tecnologías algunos candidatos han acortado la distancia con sus votantes tomando el control de sus cuentas de twitter, facebook… e intercambiando opiniones con los internautas. Sin embargo, estamos lejos de emplear este sistema de contacto de manera eficaz.

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