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Volksempfänger, Volkswohnung, Volkswagen… y Fanta


Volkswagen Kdf-Wagen, 1938

Volksempfänger, la radio del pueblo; Volkswagen, el coche del pueblo; Volkswohnung, la casa del pueblo; Volkskühlschrank, el frigorífico del pueblo… en definitiva el consumo del pueblo. El consumo, una de las obsesiones de la Alemania nazi propias del Estado (corporativo) nacionalsocialista que deseaban construir y que debían conjugar con la necesidad de estimular una carísima industria bélica. Difícil ejercicio contable al que la propaganda de una ideología totalitaria no dejaba otra opción. La nueva sociedad imaginada por el nazismo requería de ciertas coberturas que ayudaran al pueblo alemán a digerir un sueño imperialista que les exigiría un buen número de sacrificios. El consumismo aparece como soporte del nuevo estado y como dogma: la máxima expresión de la clásica obsesión por el desarrollismo de las dictaduras.
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Duran, bajo el síndrome de Ottinger


[Foto: Gorka Lejarcegi, El País]

Comenta Philippe J. Maarek, en su famoso Marketing político y comunicación, que una de las mayores dificultades que aparecen en la gestión de la imagen de un político es la de conservar lo construido. Principalmente por los problemas de compatibilidad que pueden darse entre la imagen y el hombre político. No tanto porque se produzca un desajuste entre la personalidad real y la imagen que se construye, sino por el que puede producirse entre la imagen que se crea y la personalidad que se percibe por parte del ciudadano. Principalmente por culpa de unos asesores que se empeñan, en cumplimiento de sus funciones, en borrar del político las características que puedan resultar menos atractivas y resaltar aquellas que sean más adecuadas para la construcción de una imagen positiva. 

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Ha estallado la guerra. Apaga la tele, enciende la BBC




Televisivamente hay dos grandes generaciones en lo que tiene que ver con la cobertura de los conflictos armados. Aquellos que han vivido la lenta evolución en la emisión de crónicas más o menos controladas institucionalmente hasta el relato de hechos algo más próximos a la realidad, y aquellos que llegaron con las pantallas verdes en las que se podía ver en tiempo real los bombardeos estadounidenses en la Guerra del Golfo Pérsico. No obstante cabría destacar una tercera, aquella a la que cuando empezó la guerra se le cortó la emisión por innecesaria.