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Everybody lies (y si te preguntan, más)



"Hay tres clases de mentiras: la mentira, la maldita mentira y las estadísticas"
Mark Twain

Everybody lies, o todo el mundo miente. Lo que prefieran. Tanto da. Lo decía el Dr. House en tiempos y algunos pensaran que no ha cambiado mucho el acierto de su afirmación. Sobre todo después de ver lo poco que se parecen las encuestas electorales catalanas a los resultados que finalmente arrojaron las urnas. Y es que si algo interesa y crea expectación entre los españoles, en lo que tiene que ver con la política, son las estimaciones de voto. Es decir, que los medios publiquen el nombre del ganador o ganadora con la suficiente antelación como para poder dedicarnos a otra cosa. Reto que, acertar el ganador, no resulta demasiado complicado. Lo de acertar el número exacto de escaños, eso sí, parece más uno de los trabajos de Hércules que el resultado de una investigación demoscópica.
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Impío don Pío del siglo XXI



Leída la entrada de Obama’s night, me cuenta @elsituacionista que le ha resultado muy larga, ha encontrado erratas propias de la mecanografía, que la barra espaciadora actúa autónomamente (o como una autómata, no recuerdo) y que está todo plagado de subordinadas infinitas. Le respondo que tiene razón en todo, pero que… (no hay confesión sin un pero que trate de exonerar) todo se debe a la firme intención de escribir las entradas de una sola vez. De un tirón. Tal cual salgan. Sin más corrección. Como hacía don Pío.

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El leviatán de Mas


Por mucho que insistan, Artur Mas, para conciliar el sueño, no devora un par de niños charnegos cada noche. Ni Rajoy hace lo propio en La Moncloa con niños catalanes. Las imágenes a uno y otro lado del nacionalismo mediático resultan ciertamente estimulantes desde el punto de vista de la movilización, pero poco o nada ajustadas a la realidad. Eso sí, al menos para Mas, la instrumentalización de medios públicos catalanes, la manipulación de la publicidad oficial electoral de la Generalitat, la subvención editorial de la línea editorial de periódicos próximos como La Vanguardia, y un lamentablemente largo etcétera, tiene un sentido enormemente práctico, pues día 25 de noviembre concurre a unas elecciones que ha presentado a modo de un plebiscito sobre el Estado catalán (nuevo miembro de la UE). Pero me cuesta ver el sentido de utilidad en la posición del Gobierno central: ¿seguir enrocado en la postura tradicional? ¿Disimular la falta de músculo en la cuestión territorial? ¿Preparación para un escenario futuro? Y otro largo etcétera que no necesita ser comentado, pues si bien la posición española sobre el modelo territorial había cambiado ligeramente en los últimos años, la culpabilizarían (cuando no cuasicriminalización) de las CCAA como responsables de la crisis, ha hecho que parezca imposible (sin la voluntad decidida del partido en el Gobierno con la colaboración del ya dispuesto PSOE) quitarse el traje autonómico para ponerse el que siempre debió ser, el federal (al menos esa era la intención de muchos en aquella larga partida de Tabú que fue la redacción del Título VIII de la Constitución). Mucho menos plantearse otra realidad.

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Obama’s night


Abandonado el clásico titular que proclama al presidente ganador, el New York Times abre con este expresivo titular que trata de reflejar la tensión de una noche electoral en la que el Presidente de los Estados Unidos consiguió su reelección. Sin duda, todo indicaba desde hace tiempo que este diario, y todos los demás medios (puede que la FOX no), publicarían el primer miércoles después del primer lunes de noviembre que Barack Obama había ganado las elecciones presidenciales tras un dura campaña. Una campaña que, como es costumbren los EEUU, se ha extendido a lo largo de los últimos meses y que ha dado como resultado un aumento de la competencia en el voto popular (no tanto en el electoral). Especialmente en algunos estados indecisos o swing en los que, finalmente, Obama ha ganando de forma mayoritaria. Y es que en gran parte de las encuestas en estos distritos, el candidato demócrata conservó una ventaja que le daba desde una victoria pírrica, con unas pocas décimas por encima, hasta 3 ó 4 puntos de distancia. Lo que dentro del cálculo global real indicaba a todas luces (con los responsables de la campaña demócrata con los dedos cruzados) que pese a que podía vivirse una noche electoral más o menos larga, con los ya clásicos cambios de color de Florida, pocas eran las probabilidades que tenía Romney de dar la sorpresa. Una sorpresa a todas luces, pues la mayoría de los electores estadounidense creía que Obama sería el ganador de las elecciones. Dato importante este [Gallup]. Amén claro, y pese a la insistencia de algunos medios españoles de centrar toda su información sobre el sistema electoral de EEUU en la existencia del Electoral College como si fuese más importante, de la aplicación de un sistema mayoritario con los efectos políticos que provoca. Información deficiente que, en los especiales informativos, añadía algo de suspense a las cuatro de la madrugada (hora española). Imagino que sería un acicate para que la gente abandonase toda esperanza de irse a dormir. No tenía mucho más sentido.

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Los síntomas del síndrome o el no regreso de Øttinger



Hace no mucho tiempo, Ottinger y su síndrome me acompañaban en el análisis de la situación política, la explicación de cuestiones relacionadas con la comunicación política, el análisis electoral y otras derivas de las que daba cuenta en blogs colectivos cuya paternidad compartía con amigos. Siempre con amigos. Un período interesante en el que se analizó la evolución de la comunicación política y la propaganda desde la I Guerra Mundial, procesos electorales de aquí y allá, especial recuerdo para la entrada “Presidente Obama” (igual es el título de la siguiente), la actualidad política y un largo etcétera. Pero lo cierto es que llegó un momento pese a nuestra fructífera relación (o a causa de ella, como en la canción de la Jurado) Ottinger se quedó sin grandes cosas que decir. Algo normal si tenemos en cuenta la definición de su síndrome que ofrece el especialista en marketing político Philippe J. Maarek (definición que tendrán que buscar en su manual “Marketing político y comunicación” ya que la Wikipedia borró el término al considerar que era una invención promocional de un blog con el mismo nombre… pobre Ottinger! Él, que fue congresista de los Estados Unidos). Y con poco o nada que decir, es mejor, como indicaba Shakespeare, ser señor de nuestro silencio que esclavo de nuestras palabras. Claro que también decía Heinrich Heine que no hay nada más silencioso que un cañón cargado. Quizás por ello, y aún a riesgo de no haber calculado bien la carga de pólvora, retorno por estos lares.